miércoles, marzo 09, 2011



(de Nomadas in transit)

Pidieron sacrificios
para adorar a un dios que, al cabo, requirió cuerpos durante siglos. Relojes de sangre densa marcando años, dejando vacíos. Insaciable, el dios extendió su sed sobre hombres y mujeres, niños y ancianos. Y al tiempo, hasta los sacerdotes fueron sacrificados.

Al fin, el último vivo abrió las entrañas del propio dios ofreciéndole su propia muerte.